Cuentos de princesas... no más, por favor.

Cuentos de princesas... no más, por favor.

Me cansé y seguramente, si estás leyendo esto, es porque también estás cansado de ver a tu hija atropellada y violentada por tanta estupidez. ¿Por qué pocos vemos esto como una forma de maltrato? Pues cansado de que me pregunten ¿cuál es el problema con los cuentos de princesas? he decidido escribir claramente mi posición política y literaria, pero ante todo mi postura como padre.

¿Cuál es el problema con los cuentos de princesas?

Los cuentos de princesas terminan cuando la historia se pone interesante. Suelen terminar cuando la damisela es rescatada, se rompe su hechizo y se casa con un príncipe. Ahí terminan estas historias, generalmente, con un “final feliz”.

Pero realmente terminan ahí porque a la mayoría de quienes escriben estos cuentos, no les interesa contarnos los que sucede después de que la historia termina.

Lo que no nos cuentan acerca de las princesas

Bien sabemos que las princesas nacen con dos condiciones: o nacen dentro de la monarquía, o nacen fuera de esta. En ambos casos una princesa siempre deberá aprender a ser princesa. Porque un niño por si solo sería más tigre que príncipe; sería más ave que princesa.

Hay un momento iniciático en las vidas de las princesas en el cual se les entrega el mágico secreto de ser unas chicas diferentes al resto, destinadas a ser especiales. Es ahí cuando toda princesa debe aprender muy bien que no hay princesa sin súbditos; que no hay amo sin esclavo; que hay personas que son más importantes que otras.

Los cuentos de princesas nunca hablan del natural rechazo que un niño tiene a aceptar esa idea adulta y triste de que hay personas más importantes que otras. Nunca nos cuentan del adoctrinamiento que deben sufrir las princesas porque, naturalmente, para ser una verdadera princesa hay que aprender a ser amo.

También se aprende a ser esclavo. Para eso no es necesario otro tipo de libros. Los libros de princesas sirven también (de hecho ese es su uso más importante) para que las niñas que nunca van a ser princesas aprendan a ser buenas esclavas mientras anhelan ser princesas.

Y es que una vez convences a un niño de que la monarquía es justa, de adulto es fácil convencerlo de que cualquier injusticia es justa. Será fácil convencerlo de que es normal que existan amos y que existan esclavos.

Los cuentos de princesas siempre comienzan cuando las princesas ya son princesas (o potencialmente princesas); alguna que otra vez matizadas con princesas rebeldes que cuestionan en cierta manera la tradición y la autoridad aunque, en últimas, ninguna están dispuesta a dejar de ser princesas. Porque cuando se es princesa nunca se quiere renunciar a ser princesa.

Lo que pasa después todos lo sabemos. Algún hechizo de una bruja mala, un castillo, un príncipe que la rescata, una madrastra malvada, un dragón y como destino final, la conformación de una familia de nobles. Pero lo que pasa una vez se han casado es lo que nadie cuenta.

Toda princesa se vuelve malvada

Lo que nadie te ha contado es que después de casada toda princesa se vuelve triste. Ha cambiado su libertad por vivir entre gente aburrida y gris. Tiene sirvientes que hacen todo por ella, al punto que ya no puede por sí misma ni siquiera reír. El príncipe y la princesa aprenderán a ser muy flacos o muy gordos y a ser gruñones, pues cuando sean reyes será muy importante ser muy gordo o muy flaco y sobretodo muy gruñón.

Así pues, no hay mucho que contar de una princesa, pues la vida del amo nunca es tan interesante como la vida de un hombre libre, e incluso que la vida del esclavo. Los príncipes y las princesas son tristes, grises, aburridos y gruñones.

Al final toda princesa y todo príncipe se convierten en tiranos. Ejercen su poder con rabia contra sus súbditos, como si estos fueran culpables de que príncipes y princesas perdido el bien más preciado.

Eso es lo que nunca cuentan los cuentos de príncipes y princesas. Tal vez porque a quienes escriben esos cuentos les gustan esas ideas; la idea de que debe haber alguien superior que mande sobre los demás.

No leas cuentos de princesas a las niñas, ni cuentos de príncipes a los niños (excepto El Principito) porque aprenderán a ser amos o seguramente esclavos. Aprenderán que es normal que exista un explotador y un explotado. Serán dóciles y fáciles de convencer.

Háblales de los pájaros y de los caballos, que no tienen dueño, que no tienen amo, para que sean rebeldes y libres. Porque son los libres y rebeldes los que cambian el mundo. Háblenles a las niñas y a los niños del bien más preciado: la libertad.

Tal vez no estén de acuerdo con muchas de estas ideas, pero de eso se trata. Si tienes algo qué agregar, comentar o contradecir, déjanos tu comentario.

 

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